Eran inmigrantes ilegales que habían llegado en pateras, malvivían en casuchas improvisadas al lado de los inmensos invernaderos, recogían fresas de sol a sol por un sueldo ridículo, y aún así, lloraban amargamente cuando eran devueltos a sus países. Al menos, aquí, su miseria tenía sabor a fresa.
fin
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