No es el valor de lo que robo. Es esa sensación tan excitante de esquivar a las cámaras de seguridad, de pasar por delante de la cajera y del guarda de seguridad con el corazón a mil. Es sentirme libre y vivo cuando piso la calle… No sé si me entiende, señor comisario.
2 comentarios:
Wow!
Excelente y sin palabras!
Insuperable.
Qué bien me la paso cuando te visito, Javier...
Tus microcuentos son absolutamente geniales!
Un abrazo
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