El espíritu de la Navidad vive en el corazón de los niños, o al menos nos quedaba esa esperanza; pero hace años que un siniestro personaje entra sigiloso en las casas, ayudado por la noche cómplice, y se lleva a los críos más tiernos en un gran saco rojo, mientras se ríe a carcajadas, jo, jo, jo.
Luego los suelta en unos grandes almacenes cualesquiera, con millones de juguetes diferentes y lucecitas hipnotizantes que los deja obnubilados. Andan de estantería en estantería al son de villancicos con mensajes subliminales: “Elige el más caro… Coge otro para tener dos iguales… Los juguetes más inútiles son los mas molones…”
Antes de amanecer los devuelve a sus camas, donde los encontrarán sus padres a la mañana siguiente, sin sospechar nada, aunque ya sea tarde, pues sus cándidas almas pertenecen al hombre del saco rojo.
Fin
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