Caminaba sin rumbo recitando versos y sentencias grandilocuentes para satisfacer su espíritu y así olvidarse de las necesidades más corpóreas.
Se topó, a los días, con una hermosa flor que crecía entre las piedras del yermo paraje.
¡Oh –Empezó el poeta- flor maravillosa...
Que habitas en la nada
Surgiendo tan jugosa…
De entre la tierra quemada!
Y a la vez que decía la palabra “jugosa”no pudo evitar pasarse la lengua por los labios resecos.
Miró a uno y otro lado. Tomó la hermosa flor… y se la zampó de un bocado.
Nos enseña esto que el espíritu y el cuerpo son complementarios, y que el uno es más débil cuanto mayor es la necesidad del otro.
fin
1 comentario:
Muy cierto.
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