En su lívido rostro, como un papel, se dibujó una sonrisa al contemplar el peso que marcaba la báscula de baño.
¡Que bien! Había perdido esos tres kilos que le sobraban, incluso un poco más. ¡Lo Había conseguido! Ahora solamente había que limpiar aquel desaguisado, devolver la caladora a la caja de herramientas de su padre y enfundarse un bonito vestido.¿Quién se iba a fijar en que tenía un brazo menos?
Fin
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