Ahora, desde las ruinas, sería fácil echar la culpa a los niños, pero también los mayores nos reíamos de él; de su cara, sus extremidades cortas y su forma de andar.
Los enanos siempre han sido bufones y payasos, lo más normal es reírse de ellos y considerarlos animales domésticos. Quien iba a pensar que les afectara tanto… de haberlo sabido nos hubiéramos reído a escondidas, o que se yo… cualquier cosa antes que enfadarlos. Ya ves, a todos se nos borró la sonrisa cuando el enano empezó a crecer.
Y si sólo hubiera crecido hasta alcanzar al más alto de nosotros, seguro que lo podíamos haber dominado con facilidad, pero la altura de un edificio de veinte pisos impone demasiado, y luego esa risa malvada del enano-gigante que nos hizo suponer lo que vendría después.
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