El papá de Jorgito empezaba a perder la paciencia con su vástago.
- Te vuelvo a repetir que yo no estaba haciendo daño a mamá cuando nos sorprendiste anoche… Era un acto de amor… Lo mismo que te acabo de explicar de lo de las abejitas y las flores.
Jorgito, sentado en su cama apoyando la espalda en el cabecero decorado con personajes de Disney, seguía con la cara enfurruñada, cabizbajo y retorciendo la punta de su pijama obstinadamente.
- Pero mamá daba grititos… -Volvió a insistir-.
- Ya lo sé, Jorge… Pero no eran de dolor, los daba porque… estaba contenta y le gustaba. ¿Entiendes?
Jorgito intentaba comprender a su papá, pero la historia de las abejitas seguía sin cuadrarle con aquella otra escena del cuero negro y la fusta.
fin
2 comentarios:
Absolutamente delicioso!
Genial!!!
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