Soñaba con África; me vi corriendo tras una gacela y luego a mi primo y a mí mismo atrapados por tramperos y vendidos a los cazadores de esclavos, otra vez esa pesadilla.
Los primeros gritos del gentío me han despertado, me han devuelto a mi reducida prisión bajo las gradas del Coliseo. No sé cuanto tiempo llevamos en Roma, poco importa, tal vez sea la voluntad de los dioses que sirvamos de espectáculo a la plebe.
Ya oigo los cerrojos de la puerta de las fieras, mi hora ha llegado, saldré de nuevo a la arena del circo y devoraré a otro par de cristianos.
fin
2 comentarios:
Pobres leones extrañando el sabor de la carne fresca y jugosa, los cristianos son demasiado secos, y para colmo, no luchan sino que se entregan fácilmente.
Al fin y al cabo que otra cosa le quedaba por hacer? pobres leones!
Besos.
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