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Quiero compartir estas pequeñas historias, espero que las disfrutéis.
Saludos


1.12.07

El poeta y la flor del desierto

Un poeta, cansado del mundo materialista, quiso llevar una vida ascética. Para ello se fue hasta un desierto.

Caminaba sin rumbo recitando versos y sentencias grandilocuentes para satisfacer su espíritu y así olvidarse de las necesidades más corpóreas.

Se topó, a los días, con una hermosa flor que crecía entre las piedras del yermo paraje.

¡Oh –Empezó el poeta- flor maravillosa...

Que habitas en la nada

Surgiendo tan jugosa…

De entre la tierra quemada!

Y a la vez que decía la palabra “jugosa”no pudo evitar pasarse la lengua por los labios resecos.
Miró a uno y otro lado. Tomó la hermosa flor… y se la zampó de un bocado.

Nos enseña esto que el espíritu y el cuerpo son complementarios, y que el uno es más débil cuanto mayor es la necesidad del otro.

fin

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto.