Bienvenid@s

Quiero compartir estas pequeñas historias, espero que las disfrutéis.
Saludos


14.12.07

Navidad blanca sobre fondo gris

Los mandatarios de los países más industrializados reunidos en diciembre de 2047, acuerdan por unanimidad pintar sus ciudades totalmente de blanco. Ya que, en todos estos años, no han logrado unir criterios para evitar el calentamiento del planeta, al menos lo harán para procurar a sus ciudadanos una blanca navidad.



fin

Madama

La dueña del lupanar era doña Isabela, una mujer madura y entrada en carnes que todavía conservaba restos de su belleza helénica. Tenía el don de la simpatía y hacía sentir a los clientes como en su propia casa. Sus pupilas, en cambio, la odiaban a muerte.


fin


1.12.07

Los burros y la procesión

Dos burros que pastaban en las afueras de un pueblo atados a una estaca, vieron como sus respectivos amos sacaban en procesión una pesada imagen; pues aquel día era fiesta mayor.
Uno de los burros dijo al otro: ¿Te das cuenta, Evaristo…? Nuestros amos también tienen que llevar pesadas cargas, lo mismo que nosotros. Y Evaristo que era muy ocurrente le dijo al burro Jacinto: Sí, pero a estos para que anden, en vez de ponerles una zanahoria en el extremo de un palo, les ponen un trocito de paraíso. Y los dos rieron a grandes rebuznos, que por un momento llamaron la atención de los asistentes al acto religioso.

fin

La zorra y las gallinas

El olfato llevó a la zorra hasta un gallinero protegido por una alambrada, donde las gallinas engordaban y ponían huevos.
Viendo la zorra que la malla metálica era demasiado alta como para saltarla, se guardó de intentarlo y discurrió una estrategia.
Se acercó sigilosa, sin ser vista, hasta un arbusto que crecía al lado del gallinero y desde allí comenzó a gritar, poniendo voz de gallina: "¡Sococorro, socococorro! Ayudadme compañeras, se ha metido una comadreja dentro del gallinero y me está atacando. ¡Sococorro! Venid a ayudarme o nos matará a todas."
Las gallinas, como esperaba la zorra, hicieron honor a su nombre y corrieron despavoridas por todo el gallinero, muchas, ayudadas por sus alas, saltaron fuera de él para salvarse.
Pero, la astuta zorra las estaba esperando y, por supuesto, dio buena cuenta del emplumado banquete.

Esta táctica es empleada a menudo por los políticos en tiempo de elecciones, que
para que vayamos directos a sus fauces, nos presentan a sus opositores como temibles alimañas.

Fin

El poeta y la flor del desierto

Un poeta, cansado del mundo materialista, quiso llevar una vida ascética. Para ello se fue hasta un desierto.

Caminaba sin rumbo recitando versos y sentencias grandilocuentes para satisfacer su espíritu y así olvidarse de las necesidades más corpóreas.

Se topó, a los días, con una hermosa flor que crecía entre las piedras del yermo paraje.

¡Oh –Empezó el poeta- flor maravillosa...

Que habitas en la nada

Surgiendo tan jugosa…

De entre la tierra quemada!

Y a la vez que decía la palabra “jugosa”no pudo evitar pasarse la lengua por los labios resecos.
Miró a uno y otro lado. Tomó la hermosa flor… y se la zampó de un bocado.

Nos enseña esto que el espíritu y el cuerpo son complementarios, y que el uno es más débil cuanto mayor es la necesidad del otro.

fin

El hombre del saco

El espíritu de la Navidad vive en el corazón de los niños, o al menos nos quedaba esa esperanza; pero hace años que un siniestro personaje entra sigiloso en las casas, ayudado por la noche cómplice, y se lleva a los críos más tiernos en un gran saco rojo, mientras se ríe a carcajadas, jo, jo, jo.
Luego los suelta en unos grandes almacenes cualesquiera, con millones de juguetes diferentes y lucecitas hipnotizantes que los deja obnubilados. Andan de estantería en estantería al son de villancicos con mensajes subliminales: “Elige el más caro… Coge otro para tener dos iguales… Los juguetes más inútiles son los mas molones…”
Antes de amanecer los devuelve a sus camas, donde los encontrarán sus padres a la mañana siguiente, sin sospechar nada, aunque ya sea tarde, pues sus cándidas almas pertenecen al hombre del saco rojo.

Fin

7.11.07

Futuro


Arturo salió de su casa en busca de Futuro. Cuando Futuro llegó a la casa de Arturo no encontró a nadie.


fin

Pescador


En vida no fue buena persona – Se dijo el enterrador, mientras llenaba la lata– pero hay que reconocer que esta criando unos buenos gusanos para la pesca.



fin

Destino

Quiso adivinar su destino observando aquella bola de cristal. En ella vio su rostro reflejado.



fin

Los trepas

Otros tenían prisa por ascender, ella, en cambio, celebraba íntimamente cada peldaño conquistado.
Sus compañeros subían tan deprisa que caían por el otro lado.

fin

Carlitos

Carlitos ya no tenía miedo por las noches, ni quería que su madre le dejara la luz del pasillo encendida cuando lo acostaba. Había descubierto que los monstruos no podían ver en la oscuridad. Ahora le resultaba incluso cómico el oírlos en mitad de la noche, tropezándose con los muebles o con el marco de la puerta.



fin

Ciudadano Lobo

Desde que se casó le exigían dormir en la perrera municipal las noches de luna llena.

fin


Miércoles

Antonio Lanza era solitario vocacional, creía en las personas pero no en las multitudes, por ello siempre iba a contracorriente y salía los miércoles mientras la mayoría se quedaba en sus casas. No es de extrañar que tuviera pocos amigos y quien lo conocía creyera que era un excéntrico.

Como cada miércoles Lanza recorrió todos los bares del barrio, sin esperanzas de encontrar nada en ellos que no fuera el rioja que le servían apenas asomaba por la puerta. Los camareros por las justas cruzaban con él unas palabras, todos ellos sabían que Lanza era parco en palabras y además no le interesaba el fútbol. Le cobraban el vino y se volvían hacia el Marca o la televisión, de vez en cuando hacían algún comentario que no sabía responder Lanza.

Lanza caminaba desaliñado hacia su casa después del peregrinaje etílico en la solitaria noche del miércoles. Las luces azules y parpadeantes de un furgón que se aproximaba por su espalda le hicieron salir de su ensimismamiento. Seguro que vienen a por mí, pensó, y desgraciadamente no se equivocaba.

Horas más tarde Antonio Lanza miraba las caras tristes de los que estaban sentados junto a él, en aquellos duros bancos del Departamento de hombres solitarios.

Frío infierno

Desde la atalaya de su castillo de penumbras otea un horizonte temible, el gemido del viento le hace palidecer.

Baja entonces por estrechos pasillos de paredes húmedas, hacia las lúgubres mazmorras de piedra. Luego más abajo; hasta las catacumbas.

Allí se queda acurrucado en la oscuridad, rodeado de calaveras, temblando de miedo y de frío, esperando tal vez otro milagro, para volver a resucitar de entre los muertos.

fin

4.11.07

HAMBRE


En la aldea etíope donde sobrevive el pequeño Yerefu, sólo los buitres saben que es eso de la gula.

FIN

Cuento de miedo


Ayer leí un cuento de miedo. Solamente al final del cuento advertían que quien lo leía moría al día siguiente, de miedo.


fin

El pan de sus hijos

Al medio día del martes, dos individuos conversan animadamente azuzados por los efluvios etílicos, en la mugrienta barra del Bar Paco.

-Pues si que te ha durado poco el nuevo curro…

-Esos hijoputas querían que entre yo y un moro descargáramos un camión de cajas.

-De cajas, de qué?

-Vacías, pero no veas que peazo de camión.

-Que hijoputas… Nos quieren hacer trabajar como negros por cuatro perras.

-Eso le he dicho yo al encargado. Y le he dicho que me diera la cuenta, que ese camión lo iba a descargar el moro y Rita la cantaora.

-Bien hecho, compadre.

-Espera… El hijoputa me dice que lo de hoy no me lo pensaba pagar. Yo me he encarado a él y le he dicho… Con el pan de mis hijos no juega ni la madre que me parió ¿Entendido...? Entonces ha agachado las orejas y me ha pagado hasta el último céntimo.

-Pero, cabronazo, si tu no tienes hijos.

-¡Ya! Pero para cuando los tenga. ¡Jajaja!

-¡Jajaja!

-Otras dos cervecitas, Paco.

fin

A MANTIS

Sabía que no me equivocaba cuando te elegí a ti y no a los otros, para que fueses el padre del retoño que ahora crece dentro de mí. Eres tan tierno y… ¡tan sabroso!


fin

Ventanas

El sueño se repetía: lo despertaban los cantos de los pájaros, se asomaba a la ventana abierta y veía los prados verdes, el bosque de coníferas y las azules montañas a lo lejos, fundiéndose con el horizonte. Sentía después que el cansancio se apoderaba de él y volvía a acostarse en la cama, quedando dormido al instante.

Despertaba con la algarabía de los transeúntes, abría la ventana y la ciudad se mostraba en plena efervescencia matutina: niños hacia el colegio, adultos hacia el trabajo, viejos a ninguna parte y tráfico en todas las direcciones. Entonces volvía a sentirse con ganas de seguir durmiendo y se acostaba sin tardar en conseguirlo.

Poco después eran los gritos de las gaviotas los que lo despabilaban, se iba a la ventana y al abrirla entraba una brisa cargada de aromas marinos. Las casas blancas salpicaban el monte y abajo en la playa los pescadores salían a su quehacer surcando con sus frágiles barcas el majestuoso mar. Al cabo del rato se sentía otra vez pesado y volvía a dormirse en su cama.

Lo despertaban los pasos del vigilante, se levantaba para abrir la ventana medio sonámbulo, poco después se percataba de que su celda no tenía ventana. Se acostaba triste y cansado, intentaba dormirse, sin conseguirlo.

fin

Tetas

Edipo, en su época de lactante, chupaba con deleite inusitado los pezones de su madre. Su padre, el rey Layo, no supo en ese momento distinguir si lo de su hijo era gula o lujuria.

fin

28.10.07

Fumar acorta la vida

En el paredón el espía pidió su último deseo: difícil petición, dada la escasez, pero el sargento le ofreció el único cigarrillo de la compañía, desoyendo las airadas protestas de la soldadesca.

Fumó con tan grande placer, que los del pelotón de fusilamiento envidiaron, de veras, la suerte de aquel hombre.

Lo frieron a balazos antes de que el sargento diera la orden.

Fin

El guía

Pasen por aquí, señores…

Ustedes se preguntarán que fue de la famosa Espada de Damocles… pues ahí la tienen. Si, ahí arriba, justo encima de sus cabezas.

¿Pero…? ¿A dónde van? No se marchen… ¡Vuelvan! No hay nada que temer…

Malditos turistas americanos…

FIN

27.10.07

Los buitres y los soldados

Después de una cruenta contienda que enfrentaba a dos bandos, un numeroso grupo de buitres sobrevolaba el campo de batalla, donde se apiñaban los cadáveres de los valientes soldados. Viendo que ya todos estaban muertos y que no había quedado nadie para enterrar a los caídos, decidieron bajar a dar buena cuenta del festín que las desavenencias ajenas les habían regalado.

Observaron los buitres que los cadáveres lucían distintos atuendos, según al bando al que habían pertenecido, y preguntaron al más viejo; que era el más sabio, cuales tendrían la carne más sabrosa, a lo que el veterano buitre contestó: Es igual, empezad por donde queráis, son carne de la misma carne.

Luego, el mismo viejo buitre, dio gracias a Dios por los alimentos que iban a tomar y todos empezaron a comer.

fin

Abejitas y aguijones

El papá de Jorgito empezaba a perder la paciencia con su vástago.

- Te vuelvo a repetir que yo no estaba haciendo daño a mamá cuando nos sorprendiste anoche… Era un acto de amor… Lo mismo que te acabo de explicar de lo de las abejitas y las flores.

Jorgito, sentado en su cama apoyando la espalda en el cabecero decorado con personajes de Disney, seguía con la cara enfurruñada, cabizbajo y retorciendo la punta de su pijama obstinadamente.

- Pero mamá daba grititos… -Volvió a insistir-.

- Ya lo sé, Jorge… Pero no eran de dolor, los daba porque… estaba contenta y le gustaba. ¿Entiendes?

Jorgito intentaba comprender a su papá, pero la historia de las abejitas seguía sin cuadrarle con aquella otra escena del cuero negro y la fusta.



fin

Deberes

La atrapó con su cazamariposas en lo profundo del bosque de hayas. Tenía cuerpecito de persona y alas de libélula. Era una pequeña hada, muy parecida a esas que había visto en las ilustraciones de aquel cuento de su hermana Ane.

La metió cuidadosamente en un frasco de cristal con la tapa agujereada en el que guardaba mariposas y otros insectos y regresó al caserío donde vivía con su familia.

Su abuela, que desgranaba maíz le dirigió una sonrisa al entrar en la cocina, su madre andaba ocupada escurriendo leche cuajada para hacer quesos.

-¡Mira amachu! He cazao un hada.

Su madre apenas se giró.

-Te he dicho mil veces que no traigas bichos a casa… Anda, lávate las manos y ponte a hacer los deberes.


fin

Pan y circo

Soñaba con África; me vi corriendo tras una gacela y luego a mi primo y a mí mismo atrapados por tramperos y vendidos a los cazadores de esclavos, otra vez esa pesadilla.

Los primeros gritos del gentío me han despertado, me han devuelto a mi reducida prisión bajo las gradas del Coliseo. No sé cuanto tiempo llevamos en Roma, poco importa, tal vez sea la voluntad de los dioses que sirvamos de espectáculo a la plebe.

Ya oigo los cerrojos de la puerta de las fieras, mi hora ha llegado, saldré de nuevo a la arena del circo y devoraré a otro par de cristianos.

fin

El enano

Ahora, desde las ruinas, sería fácil echar la culpa a los niños, pero también los mayores nos reíamos de él; de su cara, sus extremidades cortas y su forma de andar.

Los enanos siempre han sido bufones y payasos, lo más normal es reírse de ellos y considerarlos animales domésticos. Quien iba a pensar que les afectara tanto… de haberlo sabido nos hubiéramos reído a escondidas, o que se yo… cualquier cosa antes que enfadarlos. Ya ves, a todos se nos borró la sonrisa cuando el enano empezó a crecer.

Y si sólo hubiera crecido hasta alcanzar al más alto de nosotros, seguro que lo podíamos haber dominado con facilidad, pero la altura de un edificio de veinte pisos impone demasiado, y luego esa risa malvada del enano-gigante que nos hizo suponer lo que vendría después.

25.10.07

Tabla de salvación

Con las últimas fuerzas se aferró al cura que le daba la extremaunción y le pidió que le perdonase por no haber creído nunca en Dios.

Fin

Latir

Regaló su reloj de oro a un anciano desheredado; desde entonces sintió un alegre tic-tac dentro de su pecho.

Fin

El filo de la navaja

Aquella tarde quiso vivir algo nuevo. Se aproximó lo más que pudo al borde del profundo acantilado y se dio media vuelta, dando la espalda al tenebroso mar. Desde ahí vio la tierra firme con una perspectiva que ni siquiera los suicidas habían tenido.

fin

El libro

Ahí está el libro, en la tercera estantería, al alcance de la mano. Sólo un mínimo esfuerzo: cogerlo, pagarlo en la caja, meterlo en una bolsa y ya está. Pero ese título tan comprometedor: “Como superar la timidez” y la cajera tan atractiva…
Hoy se llevará un libro sobre las costumbres migratorias de las aves, mañana lo intentará de nuevo.

fin

22.10.07

El código Gioconda

Da Vinci fabulaba para entretener a su bella vecina mientras la retrataba con sus pinceles:
“Puede que dentro de quinientos años algún pícaro diga ver en este cuadro códigos secretos, escriba un libro y hasta se lo compren…”
La joven modelo se sonreía interiormente imaginando el gesto bobalicón de esos incautos escudriñando su retrato, en busca de algún milagro.


Fin



21.10.07

Consciencia

Miré el cuenco de mis manos. Era el nido donde había sido depositado un huevo de cristal. El huevo eclosionó y apareció la luz, las estrellas, las galaxias; el universo entero. Se formó la tierra y se llenó de vida, y dentro estaba yo, mirando el cuenco de mis manos, todo en un instante, el tiempo que tarda un Big-Bang en ser consciente de que es un Big-Bang.

Billy

Se hacia llamar “Billy el temerario”. Poco después todos se referían a él como “El difunto Billy”.


fin

Oro

Siempre se le escapaba la felicidad. Estaba tan cargado de oro que apenas podía dar tres pasos seguidos hacia ella.



fin

Flotar

El hombrecito de grandes carrillos y bigote de mosca ascendió unos metros y en posición horizontal estuvo flotando en el aire durante unos minutos.

“No puede ser... Es imposible… Tiene que haber truco…” Eran los comentarios más oídos entre las personas, que mirando hacía arriba, contemplaban las evoluciones del señor de los mofletes.

Pasado un rato, el levitador comenzó a descender en zigzag, como si fuese la hoja de un árbol en otoño, posándose en el suelo suavemente, justo en el centro de aquel gentío que se arremolinaba en esa esquina.

Los incrédulos esperaban descubrir los cables o “lo que fuere del engaño”, otros, más ingenuos, le tocaban para cerciorarse que era un hombre de carne y hueso y no un globo o algo así, los demás lo felicitaban y le preguntaban por el “como” de su hazaña.

El hombrecillo, sonriente, con los carrillos relajados dijo: “No crean ustedes que esto es tan difícil, la clave está en concentrarse en el aire que se retiene… Miren…” y les enseñaba el modo de hacerlo correctamente.

Instantes después todos inflaban sus mofletes de aire y algunos empezaban a perder tierra.


Fin

20.10.07

Cuentos y verdades

Después de envenenar a los enanos y robarles los diamantes, Blancanieves pagó a juglares y charlatanes del reino para que contasen una historia muy distinta a la real. La misma que, a la postre, ha llegado hasta nuestros días.


Fin


Cómo perder peso sin pasar hambre

En su lívido rostro, como un papel, se dibujó una sonrisa al contemplar el peso que marcaba la báscula de baño.
¡Que bien! Había perdido esos tres kilos que le sobraban, incluso un poco más. ¡Lo Había conseguido! Ahora solamente había que limpiar aquel desaguisado, devolver la caladora a la caja de herramientas de su padre y enfundarse un bonito vestido.¿Quién se iba a fijar en que tenía un brazo menos?

Fin


El vídeo de Carlos Vázquez

Pecado original


Adán miró con ternura a los ojos de Eva y susurró:

Te quiero más que a Dios.


Fin

Año nuevo

Con la llegada del nuevo año quiso dar un giro de 180 grados a su insulsa vida. Lo hizo con tanto ímpetu que el giro fue de 360 grados, quedándose igualito que estaba antes.

Fin